domingo, 10 de septiembre de 2017


                              
                                        BUROCRACIA

               
  

 

                  La tarde se aplasta contra el asfalto,

Los pájaros se caen de calor

en círculos concéntricos de muerte.

Hasta las chicharras se han callado

ahogadas en su canto, bañadas en sudor.

El ruido de una moto

taladra dolorosamente mis oídos

y el humo de los coches me envenena el cerebro…

                  Una oficina chata, opaca, escurridiza.

El calor allí se aprieta

desesperadamente.

La gente entra y sale incesante,

desesperadamente.

-¿El señor X…?, adelante, pase, pase

-De parte del señor Z, ¿sabe?

-¡Ah!, de parte del señor Z, un gran amigo mío,

está bien vaya al señor Y, en la oficina K,

le atenderá, no lo dude, le atenderá

vaya de mi parte, ¿sabe?—qué fastidio­—…

                  Calor, mucho calor que se pega a los cuerpos

y a la vida, desesperadamente,

en un círculo de calor progresivo,

contagioso y degradante.

                  La “palanca”, el “enchufe”, atrofia la existencia

desesperadamente.

¿Cuándo vamos a sacudirnos este calor

alienante en círculos de muerte?

Los prometedores valores

han sido ahogados por el cuervo

palanquista de un calor,

desesperadamente.

Ya no se vale, se palanquea. Ya no se piensa

se intriga. Ya no valen méritos, se llora

se suplica, se “enchufa”se aliena, se aniquila…

desesperadamente.

 

Pero tengo una esperanza en los linderos

de mi vida achicada y calurosa: luchar.

No espero en los hombres

espero en cada hombre de buena voluntad

y espero…DESESPERADAMENTE

 

                                José Miguel Fernández Pérez

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario