BUROCRACIA
La tarde se aplasta contra el
asfalto,
Los
pájaros se caen de calor
en
círculos concéntricos de muerte.
Hasta
las chicharras se han callado
ahogadas
en su canto, bañadas en sudor.
El
ruido de una moto
taladra
dolorosamente mis oídos
y
el humo de los coches me envenena el cerebro…
Una oficina chata, opaca,
escurridiza.
El
calor allí se aprieta
desesperadamente.
La
gente entra y sale incesante,
desesperadamente.
-¿El
señor X…?, adelante, pase, pase
-De
parte del señor Z, ¿sabe?
-¡Ah!,
de parte del señor Z, un gran amigo mío,
está
bien vaya al señor Y, en la oficina K,
le
atenderá, no lo dude, le atenderá
vaya
de mi parte, ¿sabe?—qué fastidio—…
Calor, mucho calor que se pega
a los cuerpos
y
a la vida, desesperadamente,
en
un círculo de calor progresivo,
contagioso
y degradante.
La “palanca”, el “enchufe”,
atrofia la existencia
desesperadamente.
¿Cuándo
vamos a sacudirnos este calor
alienante
en círculos de muerte?
Los
prometedores valores
han
sido ahogados por el cuervo
palanquista
de un calor,
desesperadamente.
Ya
no se vale, se palanquea. Ya no se piensa
se
intriga. Ya no valen méritos, se llora
se
suplica, se “enchufa”se aliena, se aniquila…
desesperadamente.
Pero
tengo una esperanza en los linderos
de
mi vida achicada y calurosa: luchar.
No
espero en los hombres
espero
en cada hombre de buena voluntad
y
espero…DESESPERADAMENTE
José Miguel
Fernández Pérez
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