domingo, 4 de febrero de 2018


                               
             MI  GUITARRA

Ya sé que tienes celos

y envidia de mi guitarra,

cuando la acaricio alegre

en las lúcidas mañanas.

 

En un rincón-no olvidada-

dorada al sol de mi estancia

espera calladamente

le haga hablar encantada.

La cojo entre mis brazos,

la coloco en mi regazo,

recorro su cabellera,

la acaricio con mi mano.

Arranco de su vientre

 de nostalgia tristes cantos

o arpegios de ternura

que vibran con su gracia

entre sus tersos cabellos.

Lo mismo entona una jota

que una queja lastimera,

lo mismo una queda nota

que una voz voncinglera.

 

Un resuello imperceptible

se filtra de su garganta

o un sol de amores levanta

que caldea la mañana.

 

Como dormida en mi pecho

la tengo a mi abrazada

soñando a la luz del día

o en las noches estrelladas.

 

No tengas envidia, madre,

que todo lo que ella canta

es para solaz del alma,

pues solo lo noble ensalza.

                                                      José-Miguel Fernández Pérez

                                                      Motril, 3 de febrero de 2018