Ya sé que tienes celos
y envidia de mi guitarra,
cuando la acaricio alegre
en las lúcidas mañanas.
En un rincón-no olvidada-
dorada al sol de mi estancia
espera calladamente
le haga hablar encantada.
La cojo entre mis brazos,
la coloco en mi regazo,
recorro su cabellera,
la acaricio con mi mano.
Arranco de su vientre
de nostalgia tristes
cantos
o arpegios de ternura
que vibran con su gracia
entre sus tersos cabellos.
Lo mismo entona una jota
que una queja lastimera,
lo mismo una queda nota
que una voz voncinglera.
Un resuello imperceptible
se filtra de su garganta
o un sol de amores levanta
que caldea la mañana.
Como dormida en mi pecho
la tengo a mi abrazada
soñando a la luz del día
o en las noches estrelladas.
No tengas envidia, madre,
que todo lo que ella canta
es para solaz del alma,
pues solo lo noble ensalza.
José-Miguel
Fernández Pérez
Motril,
3 de febrero de 2018
No se puede ensalzar más y mejor un instrumento que lo que hoy has hecho con la guitarra. Pura poesía, como todo lo que escribes. Convertida en objeto de deseo de los que saben manejar con maestría esas seis cuerdas, a veces 7 o más. Tocarla, acariciarla, venerarla también y sacarle esos sonidos que alegran ¿por qué no? el alma.
ResponderEliminarConforme me lo he ido leyendo imagino esos dedos manejándola y créeme que casi sin querer he creído casi arrancarle una melodía, pero no. Yo manejo de forma algo torpe, la bandurria, el órgano y la armónica.
Dicen aquello de que el vino alegra el corazón del hombre, pero creo que la música también. Precioso sin peros. Feliz semana. Un abrazo.
Bello poema ante algo tan especial, tan curvo, tan bello, tan sonado, tan receptivo como ese mágico instrumento de cuerdas que adoras.
ResponderEliminar"No tengas envidia, madre,
que todo lo que ella canta
es para solaz del alma,
pues solo lo noble ensalza."
Me encanta
Muchas gracias por estas notas musicales de una guitarra poética. De hacer de la envidia olvido entre las cuerdas de una guitarra, que está abierta para amar y dejarse amar...
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