lunes, 11 de septiembre de 2017


                 
      
             LA LLAMADA

 

            Galilea. Tiberíades.

Declina el sol que se sacrifica

en altar de nubes de la tarde,

bañado en su propia sangre,

y traza un rayo de luz oblicuo,

                         camino de oro del sol al mar.

 

            Sus aguas, tersa llanura y espejo azul,

besan reverentes la dorada orla

de la arena de la playa,

llegan y se van, se van y vuelven

en un espumoso vaivén permanente.

           

            Las barcas se secan en la arena

como pájaros al sol,

a la espera de nuevas singladuras.

           

            Los pescadores, de surcada piel,

repasan las redes

nostálgicos de pesca...

           

            Se acercó Jesús, dejando a su paso

destellos de luz y amor en su mirar azul.

Su voz se hizo palabra que resonó sugestiva

en la bóveda del lago.

“Venid, os haré pescadores

de hombres”,

y se clavó como ígneo dardo

en el corazón de aquellos pescadores.

“Venid”…y lo dejaron todo…

y le siguieron”.

 

            “Venid, os haré pescadores de hombres”

y creyeron su llamada

y tras Él caminaron,

soñando nuevas singladuras

de pescas milagrosas

en inmensos mares de incierta pesca.

 

            “Dejándolo todo le siguieron”.

Ansiosos,  por un nuevo camino de luz

ascendieron  de un mar sin orillas

al sol que ya no muere.

 

                         Motril 17 de junio de 2008-

 

                        P. José-Miguel Fernández Pérez

domingo, 10 de septiembre de 2017


INSATISFECHO


            Blanco como la nieve


en altanera cumbre.


            Esperanzado


como el verde de loscampos.


            Incansable


como el ágil junco


que al viento da latigazos.


           Suplicante


como el ciprés-antena de plegarias-


que borracho por el viento


cabecea indolente,


pintando con su copa


brochazos verdes


en el cielo azul de mi tarde…


            Inquebrantable, firme,


vertical en ascensión a lo divino


como el álamo del río;


el río-cinturón de plata


que ciñe mi huerto-


que me habla, con runruneos


de firmeza y espumas,


de los montes donde nació corriendo.


            Rebosante


 como estallido de brotes


de un almendro en primavera


que quiere nevar mi vida


con las flores de almendro


y las rompientes rosas


que adornan mi almeda.                   


            Optimista,


que en cada recodo de la vida


el alma tiene un secreto.


El secreto de una rosa


que se hace corazón.


El secreto de un ocaso


que sangre da a la sangre


de mis venas,


el secreto de la nieve


que cataliza el fuego


de una pasión…


           


¿Qué soy yo? No lo sé


Tal vez,


insatisfecho con esperanza.


Ideal de un volcán


en las entrañas,


que araña y quema indiferencias.


Una hoz caliente


para segar la mies


granada en mil sudores.


Tal vez,


intocado nenúfar


en la charca del mundo;


nieve de altura;


ciprés que borracho de fruto


cabecea con la brisa


y en el tiempo pinta,


con su verde copa,


paisajes eternos….


¡¡Qué sé yo….!!


 


 


 


Monachil                                José-Miguel Fernández Pérez






                            ESTAMPAS MARINAS

 

Orillas de mar en calma,

tarde malva y sosegada…

La tarde se va cayendo

sobre el litoral

y se aprietan las casas

-bandada de gaviotas

recostadas al sol-

contra el rumoroso mar

de caracolas y espuma.

 

El chasquido de una barca,

balanceando su talle en el agua

se va perdiendo a los lejos…

Y una paz indecisa

arrebata mi espíritu.

Hagamos tres tiendas,

una para el sol, una para el mar

y otra para el alma.

 

El sol se duerme

sobre el lecho del mar

mientras abre un nebuloso

camino de luz sobre si mismo.

Miles de espumas

disparan su luz plateada

y achican mis ojos

con sus reverberos.

Los riscos se adentran

en el mar, como indecisas

lenguas pardas

que cortan el agua.

Unas barcas secan sus senos

en la playa

como peces al sol,

mientras, pacientes, esperan,

singladuras de agua y pesca.

 

Un camino de farolas

recorta la bahía.

Luces blancas y amarillas,

centinelas callados

que la tarde ha despertado

y sacado de su sueño,

vigilantes de la noche,

antorchas del mar...

 

Las palmeras, alto florero

plantado en la acera

como columnas ocres,

alargan su esbelta cintura

sobre el paseo marítimo

dejando, indulgentes,

caer de sus ramas

su sombra en la arena

rubia y reluciente…

 

 

Tus ojos, centinelas de mi vida.

Mi playa en tu mar.

La luz de tu luz en mis pupilas,

luz de mi mar, frontera

sin fronteras, mar universal.

 

Toma mi antorcha, amigo,

que en el mar de la vida

quiero ser una luz,

una antorcha de mi mar

en el tuyo. compañero,

toma mi luz y dame tu antorcha

que ilumine mi mar.,

que alfombre nuestro caminar

hacia la paz e igualdad.

Juntemos nuestras luces

que iluminen la frontera

de tu mar en mi playa,

que ilumine el universo mar,

que alumbre a todos, hombres y mujeres,

 una sola luz:

la luz de la igualdad…

 

Y una voz que me dice

“Aquí me quedo”

Pero otra voz me insiste:

“¡Rema a dentro!”,

hasta llegar a la vida,

a la igualdad del universo entero:

“Aquí si, aquí me quedo”

 

Motril, 20 de enero de 2011                                     

                                          Fr. José-Miguel Fernández Pérez

                                                                                              

(POESÍA galardonada en el  XIV Certamen Literario de la Ciudad de Motril con el

“Premio Especial”)

               
 


 EMAUS

Salgo de Jerusalén,

de la noche, de la muerte.

A Cristo quiero seguir

y correr su misma suerte.

Salgo de la tinieblas,

huyo a una tierra de luz,

quiero encontrar en la Pascua

tu Resurrección, Jesús.

Marcho triste y cabizbajo,

de mi mismo y mi dolor,

arrastrando desventura

hacia un encuentro de amor…

Y tu sales al camino

de mi vida, paso a paso,

te haces el encontradizo,

vas ilustrando mi mente,

vas alejando mis miedos,

iluminas mis sentidos,

caldeas mi corazón,

me haces mirar mi ceguera,

iluminas mi razón,

untas con barro mis ojos,

eres luz, resurrección…

Y llegamos a ese cruce

de caminos de la vida

donde tu aguardas, Señor.

La tarde se ha oscurecido,

en lila el sol se ha dormido.

Quédate, amigo, te ruego,

que penoso es el camino,

para reposar conmigo.

Y sentados a la mesa,

cuando tu me das el pan

es cuando se abren mis ojos,

sentado para cenar:

 

Es el Señor, no ha muerto,

que vive en cada hermano

cuando le extiendo la mano

y soy un pan para él,

me dejo por él comer:

Cristo ha resucitado

y en cada prójimo vive…

Vuelvo a mi comunidad

a gritarles al oído

que Cristo no está muerto,

que está aquí y esta vivo

y a Pedro, a otros y a mi

triunfante se ha aparecido…

Oh, Cristo del ALELUYA,

viva yo resucitado

en el amor a mi hermano.

                                                    Motril, 1 de mayo de 2017

                                                                          José Miguel Fernández Pérez

                                             EL CRISTO VISIBLE

           (Al Papa)

   Pasó un día Jesús,

dejando amor en su mirar azul,

por los caminos de la vida

-zigzag polvoriento-

sedientos de agua viva…

 

 Desde entonces

sigue caminado Cristo.

Su figura,

hostia propiciatoria

en el ara del tiempo

blancura y dignidad,

abre sus brazos –cruz gigantesca-

polarizando el mundo.

 

 Sumo PONTÍFICE-puente-

tu eres el engarce,

el hilo de plegarias

uniendo lo creado y lo infinito.

Con buril inmortal te perfiló

el Señor sobre el oscuro

fondo de tu nada.

 

   Tú eres  Kefas, Pedro, PIEDRA.

Brizna divina, base angular,

fundamento perenne

de la Iglesia,

voces de oración petrificada,

monumento de los siglos.

 

  LLAVERO celestial,

son tus llaves atar y desatar,

que sustentan

tus manos primaciales,

poder inmarcesible, eterno,

poder sin prescripción,

poder no enajenable.

       

 PASTOR supremo,

tu cayado, monolito florecido,

antena de plegarias,

vara de brotes teñidos

con la sangre del Cordero,

ha florecido  

en techumbre de flores,

verde y fuego-amor y esperanza-

que  a tu Iglesia cobija

y manso se deshoja

como lluvia benéfica,

en enjambre de pétalos de Gracia.

A tu vera sestea tu grey

trenzado de perlas doradas

sobre el muelle césped de la esperanza.

 

                                                      NAUTA certero. Luz penetrante

que clava las tinieblas

como un puñal de fuego

y deshiela los témpanos del alma

que, entre el Escila satánico

y el Caribdis mundano,

como encorvado pabilo,

suspiras angustioso

por la Verdad de Cristo.....
Sumo Pontífice, Pedro, Piedra.... Cristo!

El límpido, grato, humano, Cristo

Visible de la Tierra !!!

Porque donde tú estás, está Pedro;

donde está Pedro, la Iglesia;

y donde la Iglesia, CRISTO.

 

 

 

                                                               Fr. José Miguel Fernández

 

                                                                                                                                       Monachil, 1961-62

               EL ARBOL NEVADO

 

 
     












 Invierno.

Las huesudas y pardas ramas

del almendro, bajo el peso de la nieve

cabecean indolentes

aires de danza bailando,

asintiendo movedizas

con sus sarmentados brazos,

pintando en el horizonte

informe paisaje blanco.

 

 

Desde la cancela un sendero

de luz han abierto las pisadas

en la nieve, semejan barcas de nácar

dormidas y aprisionadas

en un río congelado...

 

Un tejido de mariposas blancas

invade todo, vuelan alocadas

y se estrellan contra el suelo.

piélago infinito de armiño

 

El viejo árbol, sus sienes

de plata ha coronado.


 

 

José- Miguel Fernandez Pérez

(Madrid)
                       
   
   CAMPO DE SUEÑOS





Vente conmigo, amigo,

me voy al campo,

a un campo sin horizontes,

-tu horizonte en el mío-

donde pueda a día pleno

y noche abierta,

rumiar las exquisiteces de lo íntimo.

 

Déjame, me voy al campo

sembrado de rosas y lirios para siempre,

donde la amargura se volatilice

en consorcio nupcial

con el polen silvestre.

Déjame ir o vente

a un campo de rosas y lirios para siempre.

 

La vida no es fácil

con los ojos abiertos

y el alma cerrada,

esquivando todo, personas

y acontecimientos.

Hay que cerrar los ojos

y abrir el alma

para que entre lo bello.

 

Por eso me voy-¿te vienes?-

a cerrar los ojos y abrir

el alma al viento,

a ver con los ojos cerrados

recostado en algún pino

y sentir el aroma sin fronteras

que la brisa ecuestre

me trae cabalgando…

Déjame ir o vente

a un campo de rosas y  lirios para siempre.

 

 

Caracas, 1971.

                                                                                   José Miguel Fernández

 

                     
         CAMPESINO

 

Campesino trigueño

que al dorar el sol la somnolienta

y serena faz de la tierra

te levantas airoso y ufano

mientras se irisan

los cristales en prismas caprichosos

heridos por la luz…

 

            Son las primeras voces

las tuyas que acompañan el trinar

del jilguero en la rama.

Te acarician las auras olorosas

que en suave movimiento

semejan mansas olas de un mar

llegando a tu playa.

            Ya en otoño la tierra

onduló su cuerpo dolorida

al paso del arado,

el ancho campo se fue abriendo

mostrando su entrañas

a una esperanzada sementera

de gleba preparada,

 

para un grano esperado

que al amor del labriego hoy reverdece

como hechizado germen

que un día dorará su mar de trigo,

de sazonado fruto

que el campesino segará a su tiempo

colmando sus desvelos.

            Trabajas con tesón

y con esfuerzo bajo el sol que aprieta,

o en los días lluviosos,

o al soplido del cierzo que pone

puñales en tu cuerpo

y corta lo tallos

que florecieron.

 

            El sol se ha puesto

roja lazada unida por los cerros.

Vuelve el campesino

-el día agoniza-con el alma

suspendida en sus campos de trigo.

                              
                                        BUROCRACIA

               
  

 

                  La tarde se aplasta contra el asfalto,

Los pájaros se caen de calor

en círculos concéntricos de muerte.

Hasta las chicharras se han callado

ahogadas en su canto, bañadas en sudor.

El ruido de una moto

taladra dolorosamente mis oídos

y el humo de los coches me envenena el cerebro…

                  Una oficina chata, opaca, escurridiza.

El calor allí se aprieta

desesperadamente.

La gente entra y sale incesante,

desesperadamente.

-¿El señor X…?, adelante, pase, pase

-De parte del señor Z, ¿sabe?

-¡Ah!, de parte del señor Z, un gran amigo mío,

está bien vaya al señor Y, en la oficina K,

le atenderá, no lo dude, le atenderá

vaya de mi parte, ¿sabe?—qué fastidio­—…

                  Calor, mucho calor que se pega a los cuerpos

y a la vida, desesperadamente,

en un círculo de calor progresivo,

contagioso y degradante.

                  La “palanca”, el “enchufe”, atrofia la existencia

desesperadamente.

¿Cuándo vamos a sacudirnos este calor

alienante en círculos de muerte?

Los prometedores valores

han sido ahogados por el cuervo

palanquista de un calor,

desesperadamente.

Ya no se vale, se palanquea. Ya no se piensa

se intriga. Ya no valen méritos, se llora

se suplica, se “enchufa”se aliena, se aniquila…

desesperadamente.

 

Pero tengo una esperanza en los linderos

de mi vida achicada y calurosa: luchar.

No espero en los hombres

espero en cada hombre de buena voluntad

y espero…DESESPERADAMENTE

 

                                José Miguel Fernández Pérez

 

 

sábado, 9 de septiembre de 2017






AMOR MUTUO


 


Árbol florido de besos lleno,


     blanca alegría.


     Ideal pleno.


Nítido soplo del “primer día”


                                        redondo seno.


 


Fuego que bulle y el alma quema


     hasta morir.


     Excelso lema


que se persigue para vivir,


     fuerza suprema.


 


Dorada historia de arcana pluma.


     Norte seguro.


     Astro de bruma.


Verdor de loma tornasol puro.


     Fluida espuma.


 


Gaya avecilla plumón glacial


     que grácil hiende


     en espiral.


De paz y unión lienzo que extiende


     noble ideal.


 


Incienso, mirra y oro del alma.


Jardín de loto.


De perdón arma.


Viento que eleva murmullo roto


     de un mar en calma.


 


Convulsa estrella que ve, encendida,


     el sentimiento


     de fe rendida.


Crespón dorado y ceniciento,


     luz conmovida.


 


Hogar bruñido en paz y albores.


     Graníteo puente.


     Agua de amores.


Broche que une el cuerpo y mente.


     Mutuos honores.


 


Sol de los mares, rayo certero


     que abre la bruma.


     Amplio sendero.


de luz y oro. Contra la espuma


     luces de acero.


 


Brújula exacta. Mar indulgente,


     tranquilo puerto.


     De airosa frente


faro infinito, del barco incierto        


     guía excelente.


 


 Fiel conjunción, lazos de plata.


     De afecto olor


     que se dilata


en dos anillos, con el fulgor


     que el amor ata.


 


De nívea crin un veloz corcel


     que galopando


     con el doncel


del tiempo incierto, va conquistando


     unidad fiel.


 


Cae la tarde de color gualda,


     tonos de fuego


     rubí esmeralda…


y sus cortinas forman a juego


     roja guirnalda.


 


La vida cesa-triunfos y flores


     penas y espinas-,


     mas los dolores


trenzan de gloria coronas finas


     con DOS AMORES.