DESDE MI VENTANA
Gracias, Señor, por este sol oblicuo
Que resplandece y hace doradas
las fachadas de las casas.
Por este sol, aurora de mi mismo
Que enciende de luz el jardín
Y rompe en mil colores irisados.
Las nubes, informe bandada
De blancos pájaros de algodón,
Suavemente se deslizan
Empujadas por un perezoso viento.
Los árboles estampan su verde figura,
Bordeada de luz, en las blancas paredes
De las casas de enfrente…
Y un placer somnoliento recorre
Todo mi cuerpo y quedo absorto
Al clamor del día, explosión de luz y color.
Motril,
3-X-15
José-Miguel
Fernández Pérez